Séptimo día
del virus
La fiebre
amarilla comienza.
Llevamos
una semana de ser víctimas del virus esparcido por el salón. A pesar de que he
sido la primera infectada, sigo viva. Esta semana hemos perdido a 3 de nuestros
compañeros, dos de ellos fueron infectados directamente.
Recuerdo
muy bien cómo empezó todo. Pako (uno de los compañeros que perdimos) estaba
jugando Pokemon un día. Jorge me explicó que podría conseguirlo para mi celular
y de esa manera tendríamos la oportunidad de combatir entre nosotros. Pako
llevaba tiempo jugando y jamás le tomamos mucha importancia ya que aún no
reconocíamos los signos de la enfermedad.
Acepté amablemente,
pensando que Jorge hacia un acto de bondad al pasarme un juego. En ese momento
no sabía de sus planes malvados; todos éramos felices.
Muy pronto
el juego comenzó a despolvorearse por todo el salón. Yayo fue el segundo
infectado, después continuo con Sebas, hasta el punto donde perdimos la cuenta
de quienes y cuantos habían sido tocados. Al observar a nuestros compañeros comencé
a darme cuenta de que algo estaba mal, pero aun no descubría qué.
Las señales del virus empiezan a proyectarse
lentamente en los nuevos entrenadores. Cuando las observas varias veces te das
cuenta de los patrones. Todo comienza cuando el virus es transferido al dispositivo
telefónico portátil personal de una persona. Esta comienza a jugar en sus ratos
libres como en el receso.
Después comienza a subir de nivel y a atrapar a
Pokemon más bonitos o fuertes. Siente que tiene una suerte divina arriba de los
demás entrenadores del salón. Esto la motiva y comienza a jugar en las horas de
clase sin que el profesor se dé cuenta.
El siguiente paso es que comienza a gritar “Pokemon” en momentos inesperados. Encuentra la manera
de enlazar cada conversación que tiene con el juego. Lentamente va perdiendo la
cordura.
La más
reciente transformación es cuando comienza a escuchar la canción de Pokemon
cuando no hay sonido alguno que lo emita. Desarrolla un instinto que hace que
pueda sentir que alguien está jugando cerca.
Sospecho
que todo esto es un plan malvado de Jorge para eliminar a su competencia.
Intenta que el virus nos llegue tanto que decidamos abandonar la escuela o
dejar de hacer la tarea y reprobar. Intenta ser el único sobreviviente del
salón 2A. Sin embargo, hoy la fiebre ha roto las barreras de nuestro salón, se
ha esparcido a otros lugares y turnos. Hoy nos han abandonado otras dos
personas aparte de Pako, y lo único que puedo pensar es en quien será el
próximo eliminado.
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