sábado, 25 de enero de 2014

La Fiebre Amarilla




Viernes 24 de Enero

Séptimo día del virus

La fiebre amarilla comienza.





Llevamos una semana de ser víctimas del virus esparcido por el salón. A pesar de que he sido la primera infectada, sigo viva. Esta semana hemos perdido a 3 de nuestros compañeros, dos de ellos fueron infectados directamente.

Recuerdo muy bien cómo empezó todo. Pako (uno de los compañeros que perdimos) estaba jugando Pokemon un día. Jorge me explicó que podría conseguirlo para mi celular y de esa manera tendríamos la oportunidad de combatir entre nosotros. Pako llevaba tiempo jugando y jamás le tomamos mucha importancia ya que aún no reconocíamos los signos de la enfermedad.

Acepté amablemente, pensando que Jorge hacia un acto de bondad al pasarme un juego. En ese momento no sabía de sus planes malvados; todos éramos felices.

Muy pronto el juego comenzó a despolvorearse por todo el salón. Yayo fue el segundo infectado, después continuo con Sebas, hasta el punto donde perdimos la cuenta de quienes y cuantos habían sido tocados. Al observar a nuestros compañeros comencé a darme cuenta de que algo estaba mal, pero aun no descubría qué.

Las señales del virus empiezan a proyectarse lentamente en los nuevos entrenadores. Cuando las observas varias veces te das cuenta de los patrones. Todo comienza cuando el virus es transferido al dispositivo telefónico portátil personal de una persona. Esta comienza a jugar en sus ratos libres como en el receso. 

Después comienza a subir de nivel y a atrapar a Pokemon más bonitos o fuertes. Siente que tiene una suerte divina arriba de los demás entrenadores del salón. Esto la motiva y comienza a jugar en las horas de clase sin que el profesor se dé cuenta.



El siguiente paso es que comienza a gritar “Pokemon” en momentos inesperados. Encuentra la manera de enlazar cada conversación que tiene con el juego. Lentamente va perdiendo la cordura.


La más reciente transformación es cuando comienza a escuchar la canción de Pokemon cuando no hay sonido alguno que lo emita. Desarrolla un instinto que hace que pueda sentir que alguien está jugando cerca.

Sospecho que todo esto es un plan malvado de Jorge para eliminar a su competencia. Intenta que el virus nos llegue tanto que decidamos abandonar la escuela o dejar de hacer la tarea y reprobar. Intenta ser el único sobreviviente del salón 2A. Sin embargo, hoy la fiebre ha roto las barreras de nuestro salón, se ha esparcido a otros lugares y turnos. Hoy nos han abandonado otras dos personas aparte de Pako, y lo único que puedo pensar es en quien será el próximo eliminado. 


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